VOLVER A LAS AULAS, UNA PESADILLA

Debería ser motivo de ilusión, con el nerviosismo y la curiosidad de
cuando se emprende un nuevo camino. Pero muchos estudiantes conscientes
de la situación, falta de recursos de sus familias, lo padecen como una
pesadilla hasta conseguir los libros y el material imprescindible. Como
madre, compruebo que no están dando resultado los tímidos y
raquíticos proyectos que desde la administración se ofrecen para
intentar conformarnos, como el Proyecto Releo, y, no hablemos de las
becas; a un alumno de secundaria, cuyos libros rondan los cuatrocientos
euros, le conceden cien; vamos, una tomadura de pelo.
Los libros de texto son muy bonitos, preciosas fotografías en papel de
primera... Algo innecesario en un mundo donde Internet es la fuente
de conocimiento global. ¿Cómo es posible que carguen nuestros hijos
con mochilas que pesan alrededor de siete kilos, cuando con un ordenador
portátil o una tableta resolveríamos el asunto de manera económica y
saludable? Muy sencillo, porque ni a la administración, ni al negocio
editorial les importan los problemas económicos de las familias, ni las
espaldas de los estudiantes. Es una vergüenza, que tengamos una escuela
cuyos métodos, instalaciones y recursos sean decimonónicos. No
adaptada ni al espacio, ni al tiempo, donde no se valora al individuo,
ni la creatividad, ni el pensamiento crítico, donde ser un número y
aprobar es el único objetivo.
Apoyo la enseñanza pública, la de todos. Y quiero reconocer la labor de
los docentes, que trabajan en precario y mantienen su vocación, la de
los padres que alentamos a nuestros hijos, para que tengan esperanza en
el futuro y deseen adquirir conocimientos, y la de los estudiantes que
pese a las dificultades, valoran el esfuerzo que entre todos aportamos
para que cada año se formen lo mejor posible.
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