A EUROPA A ROMPER CON EL CHANTAJE DE LA DEUDA POR JOSEBA FERNÁNDEZ

<em>A Europa a romper con el chantaje de la deuda</em>
La Eurocámara se reúne 12 veces al año en su sede de Estrasburgo. CONSILIUM

Hace 14 años, la “Consulta Social por la abolición de la deuda externa” marcó el final de una intensa campaña que durante años habían impulsado diversos movimientos (fundamentalmente, la Red Ciudadana por la Abolición de La Deuda Externa). En dicha consulta, prohibida por las autoridades electorales (como ha ocurrido ahora con la iniciativa del Multireferendum en Catalunya) participaron más de un millón de personas. Entonces se trataba de denunciar la condena que suponía (y supone) para los países del Sur empobrecido la deuda externa (injusta, ilegítima y odiosa) que les ataba a los países del Norte y les mantenía en la cadena eterna del subdesarrollo. Denunciar el mecanismo de la deuda, al tiempo que se avanzaba en procesos de democratización. Una combinación que tiene una sinfonía y una melodía más que apropiada aquí y ahora.
Pues bien, 14 años después, parte de ese Norte es ya el Sur. Y, sí, hoy el Sur de Europa forma parte ya de ese Sur global. Hoy, junto a Portugal, Grecia y otros países de la periferia europea, en el Estado español la deuda es el método fundamental de expropiación por desposesión y el mecanismo de disciplina y gobierno del austericidio. Las políticas de la ortodoxia neoliberal han conducido a estas economías a un empobrecimiento masivo y al expolio de muchos de los derechos sociales (y políticos) conquistados en épocas anteriores.
Actualmente, la deuda pública española representa el 93,3% del producto interior bruto (PIB). Una deuda que, además, ha sido contraída a espaldas de los ciudadanos y en contra de sus intereses. Contraída con el objetivo último de salvar a una banca que nunca ha respondido a los intereses sociales. Una deuda generada a través de las ayudas multimillonarias a las autopistas privadas, a construir aeropuertos sin aviones e infinidad de infraestructuras megalómanas propias de un modelo de “desarrollo” agotado y fracasado. De esta forma, hemos visto cómo se ha transformado la riqueza de unos pocos en la deuda de la mayoría. Al servicio de esa minoría privilegiada ha estado toda la maquinaria institucional. Y es que el “gobierno de la deuda” es también el ejemplo paradigmático del monopartidismo (modificación de la Constitución mediante) que, afortunadamente, el resultado de las elecciones europeas ha comenzado a poner en cuestión. Como tantos movimientos han venido denunciando, la democracia como auto-gobierno del pueblo está suspendida de facto y ha sido directamente suplantada por el gobierno de la deudocracia. En el altar del pago de la misma se han sacrificado cuantos derechos han requerido los acreedores. La deudocracia, por tanto, se ha convertido en la verdadera forma y contenido del gobierno de la UE por parte de las élites. Unas élites europeas a las que podemos considerar también como una casta especulativa que se está lucrando con el hundimiento de las economías reales y la destrucción de las condiciones de vida.
En este sentido, la actual arquitectura institucional de la UE no sólo no nos sirve para poder salir del chantaje de la deuda sino que nos somete a él. Pero si bien la UE es una institución clave en este proceso de empobrecimiento, sólo construyendo otra Europa podremos salir de esta situación. La UE como problema, y la Europa de los movimientos y los pueblos valientes como única salida posible. En estas elecciones, Podemos (y otras iniciativas políticas en el Estado y en Europa) han situado como un elemento fundamental el no pago de la deuda ilegítima y la puesta en marcha de Auditorías Ciudadanas de la Deuda. Nada hay más urgente para hacer viable una alternativa fiel a los intereses de las mayorías que nos permita salir del chantaje y la estafa. Para hacer posible este objetivo hay que ir a Europa también a buscar amigas, a construir una alianza con todos los movimientos, iniciativas y organizaciones dispuestas a construir otra Europa. Hay que crear, por tanto, espacios de acuerdo con toda esa Europa insumisa al pago de la deuda y a la devastación social que está acarreando. Y es que hay también otra Europa más allá de la Troika, Merkel, Le Pen o las vallas fronterizas. Hay una Europa viva, bella, que ha resistido dignamente a los planes de austeridad, al expolio, que se ha opuesto a la vergüenza de Lampedusa, a las guerras. Ese es también un pueblo en que debemos reconocernos. Ese encuentro con la Europa digna es también el camino que nos va a permitir disputar los espacios sociales que la extrema derecha está conquistando en tantos países.
Urge, en definitiva, transformar las oportunidades que se abren en el Estado español en posibilidades efectivas de derrumbar (si es preciso a martillazos) las paredes del Régimen del ’78. Urge también construir una alianza sólida (más allá del Parlamento Europeo) con quienes están ya en el camino de deshacerse del chantaje de la deuda. Sólo rompiendo con la asfixia del “gobierno y las constituciones de la deuda” podremos abrir los necesarios horizontes constituyentes. También a escala europea.

Fuente: www.lamarea.com

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