SOSTENIBILIDAD/INAGOTABILIDAD...


La actualidad nos salpica a todos y los dolores de cabeza de lo cotidiano se mezclan... El  resultado es  una ensalada a veces complicada de digerir.
En estos días dándole vueltas a conceptos  instalados en mi cabeza desde niña, en la escuela, donde se me hacía estudiar las propiedades y ventajas del latifundio, de las explotaciones agrarias y ganaderas con nuevas máquinas venidas de Alemania, las cooperativas, la incorporación al mercado de las cadenas de supermercados, de restaurantes, las franquicias que daban solución a todo tipo de inquietudes a los emprendedores... En definitiva, todo a la grande. Porque mi generación fue educada, no en la sostenibilidad, si no en la inagotabilidad.

Todavía recuerdo el impacto, cuando en mi calle, se abrió el primer supermercado que llegaba a esta ciudad. El tendero de al lado de mi portal, despotricando porque  se sentía amenazado, y todos los demás propietarios de pequeños comercios, que nos trataban como si fueramos de su familia, a los que íbamos a comprar sin dinero y a los que con toda confianza les contábamos nuestra vida, sintieron que la ruina entraba por la puerta. Y cómo fuimos abandonándolos porque claro, la peseta que entonces era, creo que rubia, tiraba de nosotros como lo hace ahora el euro.
Pero ahora lo recomendado, saludable, incluso moderno, resulta ser, todo lo contrario. Se recomienda apoyar al pequeño comercio que agoniza desde los ochenta, que nos vayamos a vivir al pueblo, el que lo tenga, sí con una vaca y un prao, a lo Heidy... Para que haya sostenibilidad. Tenemos que ir con la bolsa a comprar, no podemos dejar abierto el grifo sin que una punzada en el estómago nos torture, si te dejas el pilotito de cualquier electrodoméstico encendido durante la noche, te sientes culpable, y como una sonámbula te levantas aunque sean las cuatro de la madrugada...

Lo que quiero decir, es que ni tanto ni tan calvo. Que al final; el agricultor y ganadero que no entró por el aro, el de los ultramarinos que resistió, el zapatero que no vendió su negocio, y que desaprovechaba la oportunidad de su vida. La vecina del 2ºA que nunca lucio astracanes, ni joyones, a la que llamaban tacaña, porque podía y nunca se dio un capricho, pero se daba otros que no se veían... No estaban tan equivocados.

A todos y cada uno de los que hemos resistido y seguiremos resistiendo haciendo que nuestra existencia sea sostenible, que no es ni más ni menos, que no mentirte, saber tú límite, el que te pones tú, sin dejarte avasallar por modas, marcas, tendencias, y demás movimientos con daños colaterales. Vivir acorde con tus principios, no meterte en vida ajena, cuidar el entorno y a los de tu entorno y hacer bien las cuentas, las de tu casa, no las del vecino. Hoy les doy, me doy  la enhorabuena.
SOMOS SOSTENIBLES, NOS SOSTENEMOS.

Ah!!! Y algo muy importante, eduquemos a los hijos propios sin lecciones, con el ejemplo, empleándonos a fondo en ejercitar un sentido, "el común".

Comentarios

Ángel Muñoz ha dicho que…
es cierto bego, cuanto daño se le hizo a esa gente, cuanto valor tiene el que aguanta, sé de lo que hablas, y por ello valoro mas tus palabras, gracias por dejar este testimonio, porque es bueno ver que todavía hay gente que piensa con coherencia.
Vicky ha dicho que…
Begoña guapa!, siento no andar por aquí tanto como antes, pero bueno ya has visto. Aprovecho la sección comentarios para enviarte un mensaje pero confieso no haber leído el artículo. Me alegro que vayas logrando objetivos, de veras. Un besazo para ti y tu Adriana.
Anónimo ha dicho que…
Bravo!! eso es todo lo que puedo decir despues de leer este articulo, y es que lo SOSTENIBLE y lo extremo son cosas bien distintas, y la barrera siempre la ha marcado y la marcara EL SENTIDO COMUN.


Una gran reflexion sin duda.

Un abrazo Bego

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