LO TIENES DELANTE

Qué difícil es ver, sólo miramos, no profundizamos en la esencia, no la descubrimos, tenemos prisa, mucha prisa...
Los efectos envolventes, falsamente beneficiosos de lo inmediato, hacen que no se nos permita disfrutar de lo que podemos descubrir, un poco más allá. No tan lejos, y con menos esfuerzo del que la ajetreada vida que llevamos nos permite. Con un poco de entrenamiento se puede lograr.
Vivimos en la sociedad de lo inmediato. No nos paramos a meditar y sería recomendable practicar, no la meditación, a modo de disciplina oriental que se nos vende también como producto de consumo, si no dedicar cierto tiempo, para la reflexión de lo que a lo largo del día hemos aprendido, sentido, pensado... Interiorizar lo que hemos vivido, rechazar lo que no sirve y afianzar lo que nos hace mejores, lo que nos hace crecer. Poder compartirlo con nuestros hijos, sería estupendo, un momento mágico de encuentro... Si ellos logran apreciar los beneficios de esas prácticas, si les mostramos el camino, pueden tener la oportunidad de convertirlas algún día en algo habitual, imprescindible incluso.

Cuando era niña, me llamaba a atención, en el colegio que las monjas nos hablaran de la vida contemplativa, no es que yo defienda ese tipo de estar en el mundo, lo respeto, pero ahora que ya tengo la experiencia de lo vivido, descubro que aunque entonces me resultara chocante, es necesario pararse y contemplar, deleitarse.
Queridos, queridas, no vasta con mirar, no vasta con ver, para empatizar hay que impregnarse, para sentir, hay que ir más allá de lo visible...

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